“Cuando
un extranjero resida con ustedes en su tierra, no lo maltratarán. El extranjero
que resida con ustedes les será como uno nacido entre ustedes, y lo amarás como
a ti mismo, porque ustedes fueron extranjeros en la tierra de Egipto. Yo soy el
Señor su Dios”. (Levítico 19, 33-34)
A lo
largo del texto bíblico, la migración constituye un hecho fundante. Es antesala
de promesas, es prueba, bendición, incertidumbre, confianza, proceso de
purificación, solidaridad, cuidado, protección, fragilidad y fuerza; es un hecho
central en el plan salvífico de Dios. Jesús mismo experimentó en carne propia
la realidad de millones de personas migrantes, refugiadas y desplazadas de
manera forzada, al nacer “en el camino”, sin posada y sin abrigo, y al tener
que huir por amenazas de muerte. Según la biblia, Dios tiene cuidado de las
personas extranjeras y, en consecuencia, espera que su pueblo también lo
tenga (Ex 23,9).
En los
últimos años, la región de América Latina y el Caribe ha sido testigo de un
aumento del número de personas -entre ellos, niños y niñas no acompañados- que
dejan sus países de origen, en busca de una vida digna y segura. Millones de
personas han decidido emprender una jornada de miles de kilómetros, viajando
solas, en grupo y/o con sus familias. En el cruce de tantas fronteras, se
enfrentan a un sinnúmero de riesgos, incluidos la inseguridad, violencia
sexual, tráfico, trata de personas, inclementes temperaturas y climas, falta de
de alimentación y cobijo debido a la incertidumbre, enfermedades, extrema pobreza,
falta de medicinas, trabajo, violación a los derechos humanos y/o violencia en
sus países. A la terrible realidad que quienes migran viven, se suma la
creciente xenofobia, tanto en los países de tránsito como de recepción.
"Como
nacido entre nosotros” es una campaña de alcance regional que nace de la
convicción de que, ante la realidad de la migración que va en aumento en
América Latina y Caribe, las comunidades cristianas tenemos el llamado de
responder de la manera en que nuestro Maestro nos enseñó: con un espíritu de
aceptación, de acogida y de amor que no conoce barreras de nacionalidad, raza,
idioma o religión. Creemos que, si la movilidad de personas de un país a otro
responde a factores estructurales que van más allá de nuestro control, lo que sí
podemos decidir es la manera en la que vamos a responder: con negación, rechazo
o con un espíritu de acogida y solidaridad.
Esta
campaña de la cual nuestra Pastoral Social hace parte, es impulsada por
iglesias y organizaciones cristianas de América Latina y Caribe y busca sumarse
a los esfuerzos que ya existen para fortalecer la capacidad de la comunidad
evangélica de atender, proteger y promover los derechos de las personas
migrantes. Hoy en el dia del refugiado seguimos invitando a escuchar ese clamor
de esos pobres que gritan. ¡¡¡Bendiciones!!!
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